lunes, 24 de noviembre de 2014

Don Juan Tenorio con elementos de terror

DON JUAN FEROZ

Todo empezó la oscura noche del 31 de octubre cuando, entre aullidos, voces y ruidos escalofriantes, se produjo lo inimaginable.
Don Juan era un hombre soberbio e inmaduro, capaz de hacer lo que sea por atraer a una mujer. Salía en busca de una dama todas las noches de luna llena. Cuando lograba seducirla, se producía la transformación y Don Juan se convertía en un feroz y terrorífico lobo que  devoraba a la desafortunada víctima que,  indefensa,  caía en sus trucos de atracción.
Era su ley de vida, seducir para sobrevivir.
Según él -para otros sus vicios son el juego o  el alcohol-, su droga era el amor, pero no el amor pleno, sino el tenebroso y espantoso que se consigue engañando, usando todo tipo de artimañas. El pueblo desconocía la siniestra doble identidad de Don Juan, así que tenía que ser muy sutil y matar a su presa con sigilo para no ser descubierto.
El 31 de octubre había luna llena. La siguiente desafortunada fue la joven e inocente Doña Inés. Susurrándole al oído versos de amor: "No es verdad ángel de amor..." La acompañó a un lugar alejado.
Era una hermosa dama, muy bella, que se dejó seducir por Don Juan. Estaba el hombre-lobo a punto de conseguir su objetivo cuando la mujer notó algo peludo en su cuello. Doña Inés se giró y observó aterrada el terrorífico hocico del licántropo, a la vez que  un estridente chillido  salía de su garganta.
Don Juan mató a Doña Inés de inmediato. Mientras se alejaba con cierto arrepentimiento no podía evitar pensar sin embargo, en su siguiente víctima.

Es la verdadera naturaleza del depredador.